¿Que por qué me pongo así???
Porque este finde. haré una entrada especial...
Esta entrada irá de una teoría que cambió todo nuestro pensamiento...¿Sabéis de cuál os hablo?
¿¡En serio que no lo sabéis!
Bueno la verdad es que hay muchas teorías...
Os hablo de la teoría de Darwin, pero no solo os diré de que va, sino que también explicaré la teoría.
En 2009 se cumplen 200 años del nacimiento
de Charles Darwin, uno de los científicos más
importantes de todos los tiempos. Las ideas de
Darwin sobre la evolución de los seres vivos (sobre
cómo los seres vivos, animales o plantas, se van
transformando con el paso del tiempo, van
cambiando su forma, para poder sobrevivir) fueron
muy discutidas en su época, pero con el paso de
los años se demostró que esas ideas eran verdaderas.
Charles Darwin nació en Shrewsbury, Reino
Unido, en 1809. En el colegio, no era el
alumno más brillante, pero tenía algo que lo
diferenciaba de sus compañeros: una gran
curiosidad, un enorme deseo de saber.
En un pequeño laboratorio que él mismo se
fabricó en casa hacía experimentos de química,
y cuando salía al campo era muy
aficionado a recoger minerales, insectos,
conchas… El pequeño Charles miraba
todo a su alrededor y no paraba de
hacerse preguntas. No lo sabía, pero
ya era un pequeño científico.
A los 22 años fue invitado a participar en una gran
expedición científica que
cambiaría su vida. A bordo del “Beagle”
recorrió América del
Sur y las islas del
océano Pacífico.
Aunque la mayor parte del tiempo estaba vomitando
por la borda, a causa del mareo, en cada desembarco
era capaz de realizar descubrimientos sobre animales y
plantas que anotaba en un cuaderno. Esas notas le
sirvieron para escribir un libro que sorprendió a los
científicos y al público de su época.
Darwin se dio cuenta de que los
parecidos entre diferentes especies
de animales se podían explicar
porque esos animales tenían un
antepasado común.
Viendo fósiles de gliptodontes (los huesos
de un animal de casi tres metros con
un caparazón enorme) se imaginó a
estos animales como “tatarabuelos” de
los actuales armadillos. Darwin pensó
que muchos animales vivos eran
descendientes, como nietos lejanos,
de algunos animales que habían
desaparecido de la Tierra.
Al llegar a las Islas Galápagos, Darwin observó
una serie de pájaros llamados pinzones. Le llamó la
atención que los pinzones que comían insectos tenían
el pico afilado y que los pinzones que comían
semillas tenían el pico más gordo y redondeado.
Entonces pensó que todos esos pinzones debían venir
del mismo tatarabuelo pinzón, pero que su
alimentación había ido creando cambios en su
cuerpo. Además, la propia Naturaleza
seleccionaba a los pinzones: si en
una isla había muchos insectos y
pocas semillas allí también
habría muchos pinzones de pico
afilado y pocos de pico gordo.
Aparte de fijarse en todo, Darwin
también era un hombre con
bastante imaginación. Él imaginó,
y tenía razón, que los fósiles de
animales enterrados en la
Tierra eran animales
desaparecidos en distintas
épocas: los enterrados en lo
más profundo eran los que
habían vivido hacía más
tiempo, los enterrados en
lo menos profundo eran
los que habían vivido
hacía menos tiempo.
Y también supuso
que entre la vida de
unos animales fósiles
y otros podía haber
cientos de miles de
años de diferencia.
Esta idea era nueva en
la época de Darwin,
porque hasta entonces
casi todo el mundo
creía que la edad de
nuestro planeta Tierra
era sólo de unos pocos
miles de años.
Gracias a Darwin,
empezamos a saber que
la Tierra en realidad
era viejísima y tenía
miles de millones de
años.
La palabra aislamiento viene de la palabra
isla. En una isla llamada A puede vivir un
reptil, una iguana, por ejemplo, muy diferente
de otra iguana que vive en otra isla, no muy
lejana, llamada B. El mar separa ambas
islas. La diferencia entre el tipo de alimentos,
el suelo y las plantas de cada isla hace que
las iguanas sean distintas. ¡El aislamiento
durante mucho tiempo las hizo diferentes!
Esa misma explicación para las
iguanas podía servir para explicar
las diferencias entre muchos otros
animales del mismo género o familia.
Darwin observó también las plantas, no sólo los
animales. Escribió un famoso libro sobre las orquídeas.
Las plantas, como no se desplazan, tienen que pensar
mucho en la manera de multiplicarse, y se aprovechan
de los insectos que, tras posarse en las flores, llevan el
polen de éstas de un sitio a otro.
Gracias al polen las plantas pueden reproducirse.
Darwin se dio cuenta de que las orquídeas hembras
cambiaban su aspecto para engañar a los insectos
machos, los atraían haciéndose pasar por insectos
hembra, y así conseguían que se llevaran el polen hasta
otra flor. Darwin debió de pensar: “¡Aunque no tienen
cerebro, qué inteligentes son las flores!”.
Con 58 años, siendo ya un señor mayor,
Darwin escribió un libro sobre animales y
plantas domésticas. Se fijó en que el hombre,
al domesticar a los animales, lo que hacía era
modificarlos, cambiarlos para hacerlos más
útiles para sí mismo.
El hombre, a lo largo
del tiempo, ha domesticado
palomas, perros, gallinas,
seleccionando los que se
reproducen más rápido, o
los que tienen más crías,
por ejemplo, y haciéndolos
cambiar de una manera
parecida a como los hace
cambiar la Naturaleza.
Todo lo que Darwin había observado en los
animales pensó que también podría servir para
explicar la evolución de los hombres. Así, nuestro
“tatatatarabuelo”, el hombre primitivo, debía ser
muy parecido a los primates (a los orangutanes,
gorilas y chimpancés). Igual que evolucionaron
ciertos animales marinos, que salieron del agua y
empezaron a arrastrarse por la tierra, ciertos
primates fueron cambiando, fueron poniéndose
derechos, aprendiendo a cazar con herramientas
de caza, luego a cultivar la tierra y a fabricar
casas y vivir siempre en el mismo sitio. Eso
sucedió con el paso de miles y miles de años.
Y Darwin lo supo ver antes que nadie.
Otro trabajo en el que Darwin se adelantó a los
científicos de su tiempo fue en el estudio del
comportamiento de los animales. Darwin descubrió que en
muchos animales, y sobre todo en gorilas y chimpancés,
hay “emociones”, como el miedo, la tristeza, el enfado,
parecidas a las de los hombres. Esas emociones sirven
para que los animales se comuniquen entre sí sin necesidad
de palabras.
Un ejemplo: un gorila pone cara de miedo a otro
gorila, y este otro gorila entiende que hay algún peligro
cerca y debe huir. Otro ejemplo: un perro guardián
enseña los dientes a un hombre. Ese gesto significa: “Si
te acercas a mí te voy a morder”. El hombre huye del
perro y el perro consigue lo que quería sólo enseñando
sus afilados dientes.
Algunos entendieron mal la idea de la evolución que
explicó Darwin. Pensaban que el fuerte (animal u
hombre) debía sobrevivir y que el débil debía ser
eliminado. Y dijeron algunos que el hombre blanco era
superior al hombre negro (y podía hacerlo su esclavo o
domesticarlo como a una paloma), que el hombre era
superior a la mujer y cosas por el estilo. Pero Darwin
siempre vio a todos los hombres y mujeres iguales, no
importaba cuál fuera su color de piel o los rasgos de su
cara, todos eran miembros de una misma especie.
Y así termina la entrada de hoy